De amor y odio. Eso es lo que despertó la gestión como ministro de Jaime Mañalich Muxi, quien ayer abandonó La Moneda luego de 161 días en el cargo.
Pero más allá de los buenos o malos sentimientos que despertó, su tarea no era esa. La confianza que siempre le confirió el Presidente Sebastián Piñera fue más allá de la amistad, que la hay, más bien apuntó siempre a su calidad profesional y a una virtud que se le debe reconocer: la capacidad de dar la cara, buena o mala, en medio de una crisis que, prácticamente, demandaba una evaluación diaria.
“Ahora se requiere de un nuevo liderazgo, que se abra al diálogo y convoque”, fueron las palabras del propio ahora ex ministro al dejar el cargo, suerte de autocrítica y desafío para su sucesor.
Ayer, en la antesala del anuncio, la “predicción” del diputado magallánico Gabriel Boric era poco halagüeña si se considera el desenlace: “Esperamos que el nuevo ministro de Salud no sea alguien que haya defendido a rajatabla los errores del gobierno sin humildad para reconocerlos y que haya dedicado energías a tratar de desacreditar a la presidenta del Colegio Médico, Izkia Siches. Me refiero por cierto a Enrique Paris”.
En tanto, conocido el nombramiento la senadora Carolina Goic le deseó éxito en su gestión al nuevo ministro, enfatizando que “es imprescindible un cambio de estrategia, diálogo con humildad y transparencia total de la información con participación de expertos que no han sido escuchados”.
Por su parte, la diputada Sandra Amar señalaba que “más allá de las evaluaciones, la gestión del ministro (Jaime) Mañalich será recordada por la trascendencia en uno de los momentos más álgidos en la historia reciente de nuestro país”.
