El Primer Ministro británico, Boris Johnson, anunció que el Reino Unido prohibirá la venta de nuevos automóviles y furgonetas con motores diésel y gasolina a partir de 2030, diez años antes de lo que se preveía hasta ahora.
Los vehículos híbridos capaces de recorrer “distancias significativas sin emitir dióxido de carbono” continuarán a la venta hasta 2035, avanzó en un comunicado el gobierno, que prevé invertir 1.300 millones de libras (1.450 millones de euros) en acelerar la expansión de puntos de recarga eléctricos.
La medida es parte de un plan medioambiental estratégico, cuyos detalles se darán a conocer este miércoles, con el que Johnson quiere “crear y respaldar” 250.000 empleos en el Reino Unido, que el próximo año albergará en Glasgow la cumbre del clima Cop26.
Durante la próxima década, el Ejecutivo británico prevé movilizar 12.000 millones de libras (13.390 millones de euros) en inversiones públicas hacia sectores que contribuyan al objetivo de alcanzar cero emisiones netas de dióxido de carbono en 2050.
El gobierno asegura que ha mantenido “extensas consultas” con fabricantes y vendedores de vehículos antes de anunciar el futuro veto a los motores diésel y gasolina.
El Reino Unido “ya fabrica una proporción significativa de los vehículos eléctricos en Europa”, destaca el Ejecutivo, que ayudará además a la industria con una inversión de 500 millones de libras (560 millones de euros) en cuatro años para impulsar el desarrollo de la producción de baterías.
También prevé otorgar 582 millones de libras (650 millones de euros) en subvenciones para rebajar el precio y estimular la venta de vehículos de cero o “ultrabajas” emisiones.
La organización ecologista Greenpeace UK declaró que la prohibición anunciada por el Reino Unido marca un “punto de inflexión histórico en las acciones climáticas”.
La hoja de ruta medioambiental de diez puntos que avanzó Johnson prevé asimismo cuadruplicar durante la próxima década la cantidad de energía eólica “offshore” que produce el Reino Unido, hasta 40 gigavatios (GV).