Mermeladas de chaura, modelos a escala de canoas kawésqar, cartas tradicionales, puntos de juncos, instrumentos musicales milenarios, medicamentos
antinflamatorios a base de canelo, fueron algunos de los productos que se confeccionaron bajo la cuidadosa guía de los distintos profesores a cargo de los talleres del Primer Festival Cultural Etnico, Festken, llevado a cabo durante esta semana el Museo Keu-Ken, al interior del Fundo San Fernando, kilómetro 42 sur.
Son parte de la red de museos de Chile, siendo el único museo étnico propiamente tal, cuyo principal foco es el rescate cultural de pueblos originarios de la región. Su director, Fernando Ruiz, explica que su motivación fue porque “acá no existía algo así, donde podamos enfocar las raíces, el rescate cultural que después se va perdiendo con los años. En este caso nosotros lo enfocamos a los niños, estudiantes y gente de tercera edad que ha venido a este tipo de talleres durante toda la semana”.
Las visitas contemplan un recorrido por la reserva biocultural del Fundo San Fernando, donde encontrarán hasta 18 estaciones con figuras humanas y animales a tamaño real, que recrean distintas historias, facetas de la vida de estos pueblos y episodios que marcaron el devenir de las épocas.
Uno de los guías, Héctor Díaz, quien es estudiante de arqueología, explica que en el recorrido “primero tratamos de hacer un énfasis en la existencia de los pueblos que hay acá y vamos en una línea cronológica de aproximadamente el 14.000 antes del presente hasta 1900. En primer lugar les comentamos cómo era la interacción con los animales, qué grupos habían, qué hacían, cómo vivían, cómo eran sus casas, generalidades digamos. Y cómo fueron las primeras interacciones, desde la llegada de Magallanes, con los españoles en primer lugar y luego con los chilenos. Ya en el tramo final nos vamos centrando en la historia más reciente, desde 1800 más o menos, con la llegada de los chilenos y cómo fue decantando la interacción entre los dos grupos, tratando de dejar en claro que no es que hubo un exterminio completo, si bien se mató a mucha gente no desaparecieron, siguen existiendo”.
La idea, por tanto, es realzar los conocimientos nativos y dar luz sobre la sesgada historia regional, dando una visión local y perspectiva de los pueblos originarios, puntualmente los kawésqar y aonikenk. “Rara vez nos enfocamos en lo que pasa acá y una de las cosas que necesitamos para reforzar nuestra identidad nacional y como región, para reconocernos a nosotros mismos es entender lo que pasó acá. Esas personas que sufrieron tanto por la llegada de los chilenos, merecen un reconocimiento. Muchas veces el silenciarlo es un mecanismo para acallar y no enfrentar consecuencias frente a estas situaciones”,
agrega Díaz.
FUENTE: LA PRENSA AUSTRAL.