El número de fallecidos en Italia a causa del coronavirus alcanzó ayer los 10.779, lo que supone 756 muertes en las últimas 24 horas y se registró un pequeño aumento de los contagiados, informó ayer la Protección Civil. El número total de personas infectadas actualmente son 73.880, 3.851 más que el sábado, mientras que el viernes el aumento había sido de 3.651, y en total se ha llegado a los 97.689 contagiados desde el pasado 20 de febrero cuando se detectó el primer caso.
Además, según informó el jefe de la Protección civil en su rueda de prensa diaria, ya se han recuperado 13.030 personas, 643 en el último día.
Con esta información, el balance de muertos diarios se reduce por segundo día consecutivo tras alcanzar el pasado viernes su máximo en 24 horas, con 969, y registrar ayer 889 defunciones. También, el dato de los contagios demuestra que la tendencia no baja, pero se mantiene estable y mucho depende del número de pruebas que se han realizado.
El balance de ayer se distingue por el descenso de nuevos casos en Lombardía: 1.592 frente a los 2.117 del sábado, para un total de 41.007 afectados en esta región italiana, la más sacudida por el virus, donde han fallecido 416 personas en las últimas horas, hasta un total de 6.360 víctimas mortales, con todo, inferior al balance del sábado y del viernes, con 541 y 542 muertos, respectivamente.
“O estamos en lo más alto de la curva o estamos muy cerca. Por tercer día consecutivo, los números permanecieron constantes. Ya no vemos el crecimiento que nos ha acompañado en las últimas semanas”, declaró el presidente de la región de Lombardía, Attilio Fontana. “No quiero decirlo en voz alta, pero ahora mismo tengo una esperanza más”, añadió.
La preocupación del gobierno se centra en el impacto económico que la pandemia está teniendo en el país y sobre todo la atención está en el sur. “Tengo miedo de que las preocupaciones de amplias franjas de la población por la salud, la renta y el futuro, conforme se alargue la crisis se transformen en rabia y en odio. Hay áreas sociales y territorios frágiles”, advirtió el ministro para el Sur, Peppe Provenzano, en una entrevista.
Pocas horas después, el Presidente del gobierno italiano, Giuseppe Conte, anunciaba que anticiparía 4.300 millones de euros del fondo de solidaridad a los ayuntamientos y destinará otros 400 millones para que los municipios los dediquen a ayudar con vales de compra a las personas que debido a la pandemia están sufriendo problemas económicos.
El presidente de la región de Sicilia, Nello Musumeci, aseguró después de que se produjo un caso de un asalto a un supermercado que “no se están produciendo episodios de violencia generalizada”, pero que después de que cientos de empresas, con trabajadores con contratos precarios, se han cerrado, es necesario “desactivar esta bomba”.
“Hay una emergencia social, hay focos de sufrimiento con el riesgo de que la incomodidad se convierta en ira y la ira se convierta en violencia”, afirmó por su parte el alcalde de Palermo, la capital siciliana, Leoluca Orlando. El alcalde recordó que en los últimos días las familias pobres asistidas por la administración han pasado de 600 a 2.200. “Es necesario que estos fondos se distribuyan inmediatamente a los municipios para no dejar a los alcaldes solos para enfrentar esta emergencia social”, agregó.
Finalmente, el presidente de la región de Campania, cuya capital es Nápoles, Vicenzo De Luca, expresó en una carta a Conte que “se esperan una mayor contribución” porque “es indispensable conceder ayudas a los ciudadanos en dificultad y a los sectores a los que el prolongarse de la crisis pesa de manera dramática”. “A veces se trata sólo de garantizar el pan a esta pobre gente”, dijo De Luca. Los 400 millones serán repartidos en vales de compra de 25 euros en alimentos entre las personas que lo pedirán a las diferentes asociaciones que se ocupan de solidaridad.